Entrevista de Radio Popular

ENTREVISTA a D. JOAQUÍN CARRETERO COMELLA, en Radio Popular de Ciutadella de Menorca, en 1985, por J. Pons Fraga.

P. Esta noche la galería Antígona abre sus puertas, sus salas y se abre toda la galería para presentar, para dar cabida a la obra de Joaquín Carretero.

Sr Carretero, muy buenas tardes.

JC. Buenas tardes.

P. Bienvenido Sr Carretero a estos micrófonos. Nos gustaría hablar Sr. Carretero en primer lugar, qué es lo que hoy usted presenta en esta muestra de la galería Antígona a la gente que venga hoy y durante todos los días que se encuentre abierta la exposición al público de Ciutadella de Menorca. ¿Qué es lo que podrá visitar, qué es lo que podrá ver?

JC. El público podrá ver unos cincuenta de cuadros de la última producción realizada en estos dos últimos años, especialmente en este verano, en que una vez he terminado las clases me he dedicado de lleno a la pintura, que tanto me gusta y que tanto he cultivado desde pequeño, en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, donde tengo tantos recuerdos, y después en el Museo del Prado y sigo cultivando sobre todo en verano cuando he terminado las clases, como he dicho. He realizado estas últimas tendencias de una impronta que podría ser que agradara a la gente; es lo último que he pintado.

P. D. Joaquín Carretero, ahora mismo, explique un poco su obra, su pintura. Hace unos minutos comentaba que era una obra vigorosa, una obra enérgica, una obra con ímpetu. ¿Qué tiene que decir Sr. Carretero?.

JC Bueno, sí, comentar que yo antes de pintar me sensibilizo; desde luego procuro ir bien preparado, procuro ir cuando las ideas las tengo bien claras y con una impronta. Eso no quiere decir que una vez está comenzado el cuadro, diríamos que ya está hecha su evolución, voy haciendo y deshaciendo a medida que la obra se va creando, y da por resultado lo que quizá no es lo que en principio pensaba sino que sobre la marcha, según la problemática de la composición, del colorido, de las armonías, del equilibrio de masas voy haciendo y construyendo con arreglo a una creatividad artística y pictórica.

P. Don Joaquín, usted el otro día, nos sorprendía con una frase suya que decía que a veces comenzamos un cuadro o una obra, y después no sabemos lo que saldrá, o sale otra cosa a lo que al principio había pensado.

JC. Efectivamente, yo creo que no hay ningún pintor que sepa los resultados, en cuanto a la creatividad se refiere, no a una copia ni incluso ante un natural, sino a una cosa del poder de intuición y creatividad. Nunca sabe los resultados porque sobre la marcha, como decía, se presentan muchas variantes e incluso sorpresas, a veces agradables y a veces no tanto, y se va haciendo y elaborando. Es una lucha con el cuadro que tienes con toda la problemática, que después hay unas muchas variantes. O sea, lo que decía antes, es pura creatividad, no es una copia ni una interpretación sino que es una creación, porque la pintura, como decía Leonardo Da Vinci, ‘è una cosa mentale’, es una cosa mental, producto de unos conocimientos, de una cultura artística, de una preparación, de una técnica, de un oficio y, sobre todo y muy especialmente, de un alma de artista.

P. Usted, Sr. Carretero, ¿pinta cada día?.

JC. Cuando han terminado las clases pinto cada día; eso no significa que pinte todas las horas. A lo mejor un cuadro lo hago en dos sesiones, ahora sí, cuando voy, voy ya, podríamos decir, con la lección aprendida, a pesar de que nunca la sabes suficientemente bien, pero sí, ya voy, como diríamos en metáfora con los neumáticos, las baterías cargadas, con todo preparado, a fin de que pueda salir una cosa digna, y una cosa que pueda ser pues para la posteridad.

P. Hablemos de Menorca. Usted capta el ambiente de Menorca, coge el campo de Menorca, coge muchas cosas de nuestra isla y usted lo plasma con su espíritu, con este ánimo de artista que nos decía. Varias preguntas: por ejemplo, usted sale a pintar al campo, o pinta en su casa, y después para usted pintar Menorca, ¿qué significa?.

JC. Bueno, de la naturaleza, o sea, donde uno vive, en este caso concreto de Menorca, yo siempre estoy mirando, estoy diríamos curioseando, estoy aprendiendo. La naturaleza es la maestra de la vida y del artista, y por lo tanto la estoy observando y la estoy mirando; a veces tomo apuntes. Ahora bien, cuando voy a pintar, no voy a hacer una fotografía de eso, sino una obra pictórica con los valores que tiene la parte artística, lo que decía, de composición, de equilibrios de masas, de armonías, conjugando con los elementos que tengo de colores en la paleta, por lo tanto yo pongo y quito según lo que yo entiendo por pintura. No voy ahí, a hacer una copia ni siquiera una interpretación sino, como he dicho antes, es una creación, por lo tanto, yo prescindo de muchos elementos que tengo delante del natural.

P. Sr Carretero, hace unos años               aquí en Menorca, hablar de pintura significaba tres nombres básicamente, pocos más, quería decir mencionarlo a usted, mencionar a Pepe Torrent, a Bernat Benejam y a Vivó Lull y se acabó. Hoy en día, hay esta explosión de pintores, todo el mundo pinta, todo el mundo quiere pintar y hacer exposiciones. Usted ¿qué opina de este fenómeno?.

JC. Encuentro muy positivo que haya cantidad, porque de la cantidad surge la calidad y aunque no todo el que pinta es pintor, así como no todo el que escribe es escritor, el mero hecho de enfrentarse a la problemática del arte pictórico, yo lo considero muy positivo, muy bien y es de admirar y alabar. Incluso a los que son autodidactas les felicito de todo corazón, y además les animo a que lo hagan, pues además de la profesión siempre conviene a toda persona tener algún hobby, un espacio que fomente el espíritu y se sensibilice, y eso naturalmente da un aliciente a la vida. Claro que naturalmente en el mercado hay de todo, desde muy bueno, bueno, regular y no quiero decir que siempre se acierte porque no todo buen cazador de diez tiros hace diez dianas; esto es imposible. A veces se falla y a veces no se falla, pero el caso es elaborar y eso es lo ideal, lo positivo y constructivo.

P. D. Joaquín, volvamos por un minuto la vista hacia atrás, siempre la tenemos hacia delante, con perspectiva de futuro, con perspectiva de creador, pero ahora me gustaría que usted recordara, para la gente que nos escucha, sus años de aprendizaje de formación pictórica en la Escuela de Bellas Artes de Madrid y los maestros que usted tuvo la oportunidad, y a la vez el beneficio de poder estudiar.

JC. Yo después de la guerra, a pesar de que soy de la quinta del 41, que nuestra quinta sirvió siete años y tres meses como sabemos, porque hubo la guerra, la posguerra, después la guerra europea, la movilización posterior, y esto claro me causó un impacto muy muy negativo, pero gracias a las prórrogas de estudiante de segundo grado pude continuar e ir a Madrid a la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando donde tengo unos recuerdos imborrables tanto del profesorado como de los alumnos. Profesores que ya han fallecido pero que han dejado una obra extraordinaria como D. Eduardo Chicharro de director, D. Manuel Benedito, Vázquez Díaz, en escultura había Adsuara, Pérez Comendador, en pintura había también Julio Moisés, Eugenio Hermoso. Yo recuerdo a todas estas grandes figuras que están representadas dentro del arte moderno y contemporáneo, y están representadas en el museo porque la Escuela de Bellas Artes de San Fernando siempre, toda la vida, ha tenido una solera, una categoría de tipo internacional y la sigue teniendo porque no cabe ninguna duda que de ahí han salido extraordinarios artistas, pintores que se han fomentado, porque aunque se dice que el artista nace, hay una manera de nacer pero esta manera de nacer por muy superdotado que uno sea, se ha de fomentar, se ha de estudiar, se ha de investigar y se ha de luchar. Naturalmente allí, entre los compañeros, algunos muertos como Carlos Pascual de Lara, Guerrero, había mucha, muchísima gente y de ahí se aprende. Aprendí mucho con todos estos grandes maestros, grandes artistas y después posteriormente en el Museo del Prado, que allí estuve como copista unos años, tuve la oportunidad de copiar tanto al Greco, Ribera, Velázquez, a Goya, de encargos que tenía, turistas que pasaban y allí tuve una formación, un complemento de la formación, por cuanto te tenías que amarrar delante del natural, o sea nosotros debíamos dominar la técnica, el oficio, el dibujo, y no que el dibujo nos dominara a nosotros.

P. Sr Carretero, usted tuvo la oportunidad a la vez que de este rico conocimiento profesional, de estudio profesional serio como pintor, como artista creador allí en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, de una relación humana y personal, como por ejemplo con Solana. ¿Qué recuerda usted de ese contacto?

JC. Bueno, Solana por aquel entonces no cursaba, no era profesor, pero sí que estaba en plena época de creación, no revalorizada ni por la crítica. Él se presentaba a las oposiciones pero no ganaba premios, y sin embargo yo era un admirador, y soy un admirador extraordinario, que si hubiera tenido dinero le hubiera comprado muchísimos cuadros, porque esos cuadros que casi nadie se los miraba, porque naturalmente el “juicio final”, o la “procesión de la muerte” o aquellas máscaras, no eran muy del agrado de la gente en general, pero sí creo que era de los catadores del arte que tenía, de una garra, de una fuerza pictórica  digna de un museo, y como el tiempo da la razón a quien la tiene, los Solanas están cotizados como una de las primeras firmas en cualquier museo del mundo de primera categoría.

P. ¿Se pasaba hambre entonces?, ¿los pintores pasaban hambre?

JC Bueno, había de todo, como hay de todo y ha habido de todo. Ahora bien, si concretamente me tengo que referir a José Gutiérrez Solana, quien se murió a los 59 años, era un hijo de un médico, bien posicionado, era soltero, vivía con su hermano Manolo, y no es que pasara hambre pero no le sobraba nada. Naturalmente, contaré una anécdota que me sucedió en el Círculo de Bellas Artes cuando me lo encontré y saludé. ¿Qué tal Don José? Y le salía un arenque del bolsillo. ¡Hombre Don José, esto es muy sabroso!. ¿El arenque? Sí es un arenque para el gato. ¿Para el gato?, y a lo mejor era para cenar.

P. Una anécdota de D. Joaquín Carretero ahora que nos está retratando la personalidad y el ambiente de Madrid. O sea usted tiene muy buenos recuerdos de esa estancia en Madrid.

JC. Extraordinaria, una cosa que vamos, incluso emocionante. Yo he vivido de una manera después de la guerra y a pesar de que había racionamiento, eso no importaba. Diríamos, hambre, hambre no pasamos, estaba racionado, pero la parte anímica, profesional, que ya he relatado, de profesorado y de amistades, y en el Museo del prado como copista, no tan solo de formación sino de diálogo con estos compañeros delante de las obras, en que hacíamos un juicio crítico y analítico; aquello era extraordinariamente formativo, y además visitando las exposiciones nacionales de bellas artes; en fin, visitando todas las exposiciones porque claro en Madrid, a nivel de exposiciones siempre ha habido lo bueno y mejor, pues por algo es la capital de España y es una cosa que precisamente añoro, lo añoro. Menorca me gusta mucho, soy natural como todos sabemos de Ciutadella, me gusta mucho la isla pero echo de menos este contacto de tipo profesional, de exposiciones como ahora en la temporada pasada se han hecho de Cezanne y de Matisse y todo eso que no podemos ver, no tenemos oportunidad porque estamos aislados. Estamos en esta isla que es encantadora, sí, pero no todo son ventajas. Tenemos este inconveniente que no siempre podemos coger un avión, o el barco, para ir a visitar estas maravillas. Esto lo echo en falta.

P. Don Joaquín, usted es una persona extraordinariamente sensible, una persona muy sensible, muy artista. ¿Usted se emociona, usted a veces llora?.

JC. Sí, a veces. Sí, sí. Hombre, soy emotivo naturalmente. Creo que toda persona que tenga una sensibilidad tiene momentos de emoción porque, en realidad, una obra artística es un producto de una emoción artística. O sea es una cosa con la que estás en contacto y la has de vivir. No es como quien va a trabajar 8 horas y va haciendo. Quien quiere hacer algo digno para la posteridad tiene que ir con todo, con lo que puede aportar de sí. Y todo lo que puede aportar de sí tiene que ir con una emoción artística naturalmente, pues de lo contrario la obra la puedes tirar.

P. Don Joaquín, ¿usted añora el instituto, ese contacto diario con los alumnos?, ¿lo encuentra a faltar eso?

JC. A mí siempre me ha gustado la juventud. A la juventud siempre la he admirado. La juventud es portadora de vida, es portadora de energía, y yo he estado 32 años siempre en contacto con la juventud. La juventud es una cosa muy seria, además siempre es muy viva, está a flor de piel. Hay de todo, desde luego, desde el superdotado en potencia, el dotado hasta el no tanto, pero lo tienen todo virgen y los alumnos a mí me encantan. De lo contrario lo habría pasado mal. Habría sido como quien va a realizar un trabajo pesado. Yo no, yo me he divertido. Dentro de lo formal, dentro de lo serio que es una clase, he procurado que los alumnos se lo pasaran bien aprovechando y también yo pasarlo bien porque la primera premisa de la enseñanza, de la pedagogía, es enseñar deleitando.

P. Esta es la primera enseñanza que aprendemos también hoy de Don Joaquín Carretero. ¿Qué ambiente ha encontrado en su casa, con su señora y sus diez hijos?, ¿le ha ayudado el ambiente familiar? , ¿no ha tenido problemas para la creación artística?

JC. Hombre, la familia, pues a veces distrae, no cabe ninguna duda. A veces debes estar atento y debes complacer. Me ha quitado horas, sin duda, pero he tenido otras compensaciones de tipo familiar, es verdad. En cuanto a la profesión, en cuanto yo voy, por ejemplo, a mi estudio, me olvido y me centro y concentro, y no estoy ni siquiera pendiente ni de mujer, ni hijos. Y ya saben ellos que si viene una visita, o una llamada de teléfono, yo no puedo atenderla.

P. Y usted cuando acaba una obra, la primera persona a quien se la enseña, ¿quién es?

JC. Cuando yo la acabo, la suelo bajar porque mi estudio está arriba. Tengo muy buena luz, tengo dos ventanales. Yo la obra, por regla general, la hago en conjunto en una sesión; una sesión que puede durar tres, tres horas y media, o depende, es verdad, no tengo una hora fijada. Ahora bien, el cuadro, la obra la llevo en total, no parcial, no fragmentaria, a fin de que tenga una unidad armónica, total, y después la bajo y ellos entran o salen, y en fin, miran. Después yo al día siguiente, cuando he acabado de dormir, al día siguiente, es cuando descubro que no está acabada por regla general. Es después cuando, no diríamos retocar, pero ajustar, armonizar, hay notas que no están en su sitio; en fin, lo has de acabar en una segunda sesión. Luego el cuadro queda acabado. Ahora, a veces también se da el caso que han pasado algunas semanas incluso meses, y digo ¡uy!. Y aquí falta una cosa, o sobra algo, que antes no lo habías visto, que se te había pasado y luego lo descubres.

P. Usted escucha lo que le dicen, por ejemplo los comentarios que le hacen su señora o sus hijos. Mira papá, esto tal… ¿Usted lo tiene en cuenta, o se deja guiar más por su instinto de pintor?.

JC. Bueno, tengo sobre todo en cuenta a mi hija, Mª Carmen, que está matriculada en cuarto curso de bellas artes, en la Escuela Superior de Valencia, y naturalmente tiene una preparación, como es natural, más elevada, más profesional que el resto. Pedro, el mayor, por ejemplo, es aparejador, también muy entusiasta del arte, lo ha cultivado. Tiene una sensibilidad también, y en fin a todos los demás sí les tengo en cuenta. Ahora bien, tengo en cuenta cuando me convence, ahora cuando no me convence no lo tengo en cuenta. O sea, yo soy el autor y quien tiene que hacer la obra. Ahora bien, me gusta el juicio crítico y analítico de la familia como de todos los demás, y después yo hago o deshago.

P. Entramos en la recta final de la conversación que hoy mantenemos con Don Joaquín Carretero, aquí en Radio Popular. Plantearemos un tema difícil, un tema que los pintores, los artistas suelen rehusar, la dialéctica, la polémica arte y dinero, el precio del arte. ¿Cómo pone usted precio a una obra en la que usted ha estado a lo mejor horas pensando, horas creando y más horas. En realidad, es un trozo de usted ese cuadro.

JC. Los precios no los pongo yo. De los precios se han encargado Mª Carmen como decía y Pedro, y ellos lo harán a su modo de entender. Yo de precios no entiendo, ni he entendido nunca. Yo cuando he ido a una exposición, por regla general, no he mirado ninguna lista de precios, nunca. A mí no me interesa la parte comercial, me interesa la parte de la obra. Ahora bien, naturalmente hay que vivir, cada día hemos de comer y eso, y como es natural hay que poner un precio. Eso creo que es muy elástico. Hay cosas, en las que el tiempo da la razón a quien la tiene. Todos sabemos en la historia del arte lo que le ha pasado a grandes artistas; hablando de Solana recuerdo otra vez que Sánchez Camargo, su crítico, le dijo después de muerto que se cotizaba ‘el gran estafado’. Esto es muy relativo. Tenemos también en la historia del arte, me vienen a la memoria, Cézanne sobre todo, Van Ghogh, Nonell, Catalá, Juan Gris, Modigliani, toda esta gente que lo ha pasado muy mal, que justo pudo vivir o malvivir, y sin embargo las obras se cotizan de una manera extraordinaria, incluso con millones de dólares. Eso son ironías de la vida, son circunstancias, no nos podemos quejar. El hombre y la circunstancia y así está hecho el mundo, y así seguirá siendo y por eso digo, que yo con los precios es una cosa que no lo sé francamente, no se trata de una cosa de tasar un kilo de pan o de carne, el arte es algo tan subjetivo y no sabes hasta donde puede ser y no tiene tasa, y por lo tanto eso no lo sé nunca.

P. ¿Usted se siente estafado?

JC. Yo no me siento estafado. Yo no he vivido de la pintura, es la pintura que ha vivido en mí.

P. Don Joaquín, nosotros agradecemos estas palabras. Usted es una persona extraordinaria, tiene una personalidad absolutamente fantástica y nosotros agradecemos muchísimo toda esta conversación que la podríamos prolongar, y podríamos estar hablando de muchos otros temas, y dejamos estos micrófonos por si usted quiere añadir o decir algo más.

JC. Eso de esa personalidad que me dices lo agradezco, pero no es así. Yo soy una persona completamente normal, sencilla y llana y no tengo nada de superdotado ni de dotado, y por lo tanto agradezco mucho eso, pero no, y menos, vanidosa.

P. De acuerdo Don Joaquín, lo decíamos en el sentido que precisamente dentro de su sencillez es una persona extraordinaria, además de ser pintor excelente. Gracias y éxito e esa exposición

JC. Muchas gracias